En un recipiente, ponemos un trozo de papel de cocina transparente. Ponemos una de las pechugas y la tapamos con más papel film. Con un martillo u otro objeto romo, como con un vaso grande y pesado, golpeamos la pechuga.
Retiramos la pechuga del papel film. Sobre ella, ponemos unos trozos de queso. Sobre el queso, una loncha de jamón cocido y sobre éste, más queso. Enrollamos, encerrando el relleno en el interior de la pechuga de pollo.
Ahora, pasamos cada paquetito de pollo relleno primero por harina, después por huevo, luego por pan rallado y después de nuevo por huevo y por pan rallado. Por ese orden. Con esto de pasarlo dos veces por huevo y por rallado, lograremos una cobertura exterior más fuerte, que aguante mejor el relleno y más crujiente. Reservamos en un plato hasta haber empanado todo el pollo
Cuando hayamos rellenado y empanado todas las pechugas, las metemos en el congelador durante unos 10 minutos. Si no vas a freírlas en el momento, puedes dejarlas unas horas en la nevera.
Freímos en aceite. Que las cubra por completo. Es importante que el aceite no esté muy caliente. Pasados unos tres minutos de fritura, cuando esté dorado y cocinado en su interior, retiramos del aceite y colocamos cada cordon bleu en papel absorbente.